martes, 19 de octubre de 2010

Homo Hominis Lupus Est


El ser humano es imbécil. Cree que lo sabe todo y en realidad no sabe nada. Cree conocer al resto de seres humanos, sus comportamientos... cree saber lo que le conviene a cada individuo y se antepone a los acontecimientos proyectando un futuro hipotético para cada uno. Cuando ni si quiera está viendo la punta del iceberg de cada persona que cree conocer. Se limita a crear su crítica “constructiva" basada en una serie de prejuicios estéticos o superficiales sin ningún tipo de fundamento demostrable y/o justificable.

Se las va dando de intelectual y “progre” (en el sentido evolutivo de la palabra o para ser mas concretos civilizado) cuando en realidad todo eso es una máscara para ocultar la patética realidad. Su patética realidad. Estudia, lee e e intenta convertirse en alguien culto y por lo tanto (según él) respetable, respeto que se auto-proyecta en sí, para luego mirar al resto por encima del hombro y creer que ha llegado a un tipo de conocimiento superior, cuando para lo único que le ha servido es para engañar, manipular, pisotear y ,encima, enorgullecerse de ello. O en el peor de los casos ni se molesta en tener unos mínimos conocimientos, sino que simplemente se limita vivir y a ignorar todo lo que le rodea solo pensando en él y en su universo, de aquí la famosa frase de: primero yo, luego yo y después yo. En cualquiera de ambos casos solo quiere alimentar su ego y no vé más allá de su propia persona. Da asco. Vive de su imagen, ésa con la que enfoca y “deslumbra” a sus semejantes (ya sea la intelectual o la estética) usándola a su antojo cuya única finalidad es sacar beneficio propio, claro está. No se compromete con nada , ni con nadie; trabajo, amigos, pareja, estudios, familia... es un ente solitario. No necesita a nadie, ni nadie le necesita (o al menos no quiere sentir esa necesidad), ya que por su parte sería una debilidad respecto al otro. Cubre sus necesidades básicas y sigue adelante, esa es su vida.

Con el paso de los años caben dos posibilidades: Una, que el individuo en cuestión cambie por circunstancias de la vida y se replantee su comportamiento, cosa que, personalmente dudo ya que las personas pasando la barrera de la adolescencia hacia la juventud difícilmente cambian, con lo cual nos llevaría automáticamente al punto número dos, en el cual el ser humano sigue como hasta ahora, igual de imbécil.

Y lo peor de todo no es que no haya ninguna solución, sino que de lo escrito en el texto nos sentimos identificados con algún aspecto.

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